Ritual, una nueva forma de jerarquía

Hay gestos que no están hechos para lograr nada:

Sentarse en una silla por el placer de la luz que cae sobre ella.
Susurrar un nombre al ponerlo por escrito.
Cerrar los ojos para recordar a alguien.

Hoy, todo parece exigir utilidad, velocidad, resultado. Pero hay una belleza secreta y urgente  en lo que no sirve. En los objetos que no se consumen. En las acciones que no necesitan pensarse para tener sentido.

Byung-Chul Han dice que el mundo actual ha reemplazado el ritual por la optimización. Todo debe ser útil, medible, productivo. Incluso lo espiritual.

Pero el ritual, en su forma más viva, no busca nada.

No es para ti.
Ni para sanar.
Ni para crecer.
Ni siquiera para “estar presente”.

Es un modo humilde y luminoso de existencia.Una forma de estar en el mundo no para obtenerlo, sino para honrarlo.

Quiero creer que el mundo no es una herramienta. Y cuando dejo de tratarlo como tal, algo esencial se aclara: las cosas no están ahí para servirme, ni yo para conquistarlas.

Han lo diría de otro modo: “El ritual no tiene finalidad y justo por eso es fértil”. No está al servicio del yo, sino de la relación entre lo visible y lo invisible, entre lo humano y lo que lo rodea. Y cuando esa relación se inscribe —incluso en el gesto más simple— la existencia y todo lo que te rodea encuentra un nuevo lugar, uno en el que todo está al mismo nivel y en donde tú no eres simplemente el centro de la existencia.

Es una nueva forma de jerarquía.

El ritual no busca mejorarte, busca descentrarte. Muchas prácticas actuales de bienestar te dicen:

“Vuelve a ti. Escúchate. Sé consciente.”
El ritual propone otra cosa:
“Sal de ti. Hay algo más grande donde puedes habitar.”

No se trata de dejar de escucharse, pero sí de salir del centro. De estar el mundo sin reducirlo a tu reflejo.

No todo gesto tiene que empujarte hacia una versión más afinada de ti. Algunos gestos, los que no se miden, los que no se consumen  son modos de relación que no perfeccionan, pero sí sostienen. No transforman. No salvan.

Solo afirman que estar aquí, con todo lo demás, ya es suficiente.

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